(Tercera y última parte)
Por Roberto Pantoja Arzola
El pesimismo es una opción personal más que una conclusión legítima y científicamente válida. La capacidad creativa y la fuerza organizada del pueblo de Michoacán se ha impuesto en momentos cruciales dejando legados de luz como los que quedaron de manifiesto en los años en los que Vasco de Quiroga y Lázaro Cárdenas del Río recorrieron este territorio.
La construcción de una agenda estratégica que agrupe visiones y aspiraciones de muchos colectivos e individuos puede ser el factor que detone una fuerza social de cambio que revierta las tendencias comentadas anteriormente. La capacidad de su impacto dependerá de la aglutinación estratégica de fuerzas que se dé entorno a ella, así como del alcance táctico de sus luchas desde diferentes frentes. Algunas aspiraciones que podría amalgamar este programa son las siguientes:
a. Redinamización de la actividad productiva. – Michoacán debe aspirar a diversificar la actividad económica para fomentar inversiones en materia agrícola, pecuaria, acuícola, minera e industrial, potenciando estas y otras ramas, no sólo las del sector servicios. Es deseable también que nuestra entidad cierre la brecha tecnológica que existe con relación a otros territorios y se democratice el acceso a las comunicaciones y la infraestructura de transporte. En este proceso debe sustituirse la visión aspiracional del progreso en la lógica capitalista depredadora, sustituyéndola por una que busque el bienestar y la dignidad de la gente. En este sentido, las lecciones de la utopía cooperativista de Don Vasco pueden ser la vena que detone una nueva economía basada en el mutualismo y la cooperación de todas y todos.
b. Capital social para la paz. – Invertir en la construcción de capital social debe ser el factor que impulse la pacificación de la entidad. Para ello es necesario fomentar un clima de armonía y equidad entre los michoacanos, un ambiente de respeto a las diferencias, así como una reestructuración del aparato público para hacerlo más eficiente, transparente, abierto a la participación ciudadana y acorde a las necesidades de los michoacanos.
c. El bien vivir. – Distribuir con equidad los beneficios del progreso es una herencia de Don Vasco y del General y forma parte de las aspiraciones del pueblo michoacano. En este sentido, en Michoacán se debe garantizar que todo ser humano que nazca en esta tierra tenga oportunidades de desarrollo para él y los suyos, que goce de un ambiente saludable y limpio, que haya respeto a su pensamiento y creencias, que tenga acceso a la salud y la educación de calidad, que pueda ser sujeto y protagonista de los cambios de su entorno y de su sociedad. En síntesis, debemos aspirar a tener michoacanas y michoacanos empoderados.
d. Paz y respeto. – La convivencia armónica debe ser el pilar del Michoacán del futuro. Un estado en el que la ley sea la norma de convivencia y el modo de vida ordinario, en el que los ciudadanos sepamos que violentarla tiene sus consecuencias, y que respetarla, genera un círculo virtuoso de orden, paz y prosperidad.
e. Gobierno democrático y participativo. – La historia de Michoacán ha sido escrita por hombres y mujeres que toman el destino de su pueblo en sus manos y por ello es que esta capacidad acumulada debe ser utilizada para transformar a esta tierra y lanzarla a conquistar su futuro. De ahí que el gran recuerdo del cardenismo en la memoria colectiva es su cercanía con la gente. La participación ciudadana da a las políticas públicas legitimidad y eficiencia.
—Roberto Pantoja Arzola es Maestro en Docencia e Investigación por la Universidad Santander y Licenciado en Derecho por la UMSNH. Fue fundador de Morena en Michoacán y dirigente en el estado del mismo, actualmente se desempeña como Delegado Estatal de Programas para el Bienestar del Gobierno de México.