Economía Amarilla, un modelo de desarrollo que adopta la innovación científica y tecnológica con perspectiva social

 

Guillermo Salas Razo

 

Hace una semana tuve la oportunidad de participar en “The International Conference on Humanities, Social and Education Sciences (IHSES)” donde escuché una ponencia sobre un proceso de construcción comunitaria de Economía Amarilla, una perspectiva de desarrollo con valor social.

 

Interactuando con la ponente (Tseung Cho Kiu Eunice) pude identificar las bondades que este modelo de desarrollo económico le puede brindar a la actividad agropecuaria.

 

Y es que la Economía Amarilla tiene como base la tecnificación de los procesos productivos mediante la Ciencia y la Tecnología, innovando para optimizar los recursos y mejorar la productividad, y vigilando que no se generen con ello desequilibrios sociales ni desempleo.

 

Quiero enfatiza en esto, el Modelo de Economía Amarilla no se centra en la reducción de costos, sino en la tecnificación de los procesos productivos, para mejorar la eficiencia y calidad de los productos, con el cuidado de no afectar el bienestar de los empleados y de la población.

 

Es un modelo complejo, pues el desarrollo económico basado en la utilización de tecnología puede desplazar la mano de obra generando desempleos.

 

Lo novedoso de este Modelo de Economía Amarilla radica en la perspectiva de valor social, pues la adopción tecnológica y científica ya ha venido sucediendo en el ámbito agropecuario desde hace muchos años.

 

En el contexto rural las labores agrícolas (siembra, cosecha, mantenimiento, entre otras) que con cotidianidad se desarrollaban con el uso de animales, fue remplazada por tractores que, a su vez, dieron paso a las cosechadoras o segadoras; tecnologías enfocadas a la reducción de costos e incremento de la producción, que desplazaron la mano de obra campesina.

 

Por eso parece difícil pensar que se puedan adoptar los avances tecnológicos y la innovación científica en la eficiencia productiva y calidad de la producción, sin afectar a los jornaleros, técnicos, productores y el resto de la cadena productiva.

 

Sin embargo, existen innovaciones tecnológicas que lejos de desplazar la mano de obra requieren de ella, quizá de mano de obra especializada, pero demanda de ella; y me refiero a las innovaciones tecnológicas y científicas aplicadas a la producción agropecuaria de precisión.

 

Esta implica dotar a los productores de información más completa sobre el entorno, los suelos, los cultivos y el ganado; con ello, se toman decisiones acertadas y responde a las preguntas que de manera cotidiana se han hecho los productores:

 

¿hay suficiente humedad? ¿mí parcela necesita riego? ¿cuánto abono o fertilizante debo aplicar y en qué momento? ¿puedo resistir una contingencia meteorológica o el ataque de plagas? ¿estoy preparado para cambio en el clima?

 

Respuestas que se puede generar con sistemas de información geográfica (SIG), con sistemas de posicionamiento global (GPS), con sensores terrestres y remotos, con el monitoreo por drones, con tecnologías digitales móviles que conectan a los agricultores con los mercados desde un celular, y con las nuevas tecnologías disruptivas que ayudan en la simulación y análisis de la producción (un gemelo digital para la experimentación virtual).

 

Según la psicología del color, el Amarillo fomenta el pensamiento crítico, la creatividad y la inspiración; y representa las capacidades humanas como la inteligencia o el conocimiento; por lo que está relacionado con áreas profesionales como, la investigación y la innovación.

 

Hay que explorar este Modelo de Economía Amarilla en nuestro sector agropecuario; busquemos con ello, incrementar la competitividad de nuestros productores para traducirlo en crecimiento económico, a la vez que fomentamos la innovación tecnológica y generamos la necesidad de formar y atraer personal más cualificado, fortaleciendo así; la creación de nuevo conocimiento, #PalabraDeNicolaíta.