Por: Redacción
Morelia, Mich., 6 de junio de 2024.- Una de las sorpresas de la jornada electoral, fue la derrota del ex gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles quien perdió de manera considerable la diputación federal ante Mary Carmen Bernal Martínez.
Aureoles consiguió 46 mil 915 votos en contra de los 95 mil 153 de Mary Carmen a pesar de estar acompañado de los tres partidos políticos, PAN, PRD y PRI.
El partido del Sol Azteca tiene el riesgo de perder su registro a nivel federal, ya lo había perdido en algunas entidades sin embargo por la alta votación en otros estados, aún conservaba el 3 por ciento necesario.
Silvano Aureoles llegó a ser una figura de relevancia internacional en el 2021 que quería demostrar que la elección a la gubernatura había estado manejada por grupos del crimen organizado y se plantó frente a Palacio de Gobierno a esperar la atención del presidente.
Luego del reciente proceso electoral, vemos a un Silvano desgastado que le cuesta trabajo entender que su tiempo en la política está en fase terminal, la preferencia electoral ya no le favorece ni a él ni a su partido.
En el caso de Morelia, el PRD solo obtuvo 10 mil 84 votos lo que significa muy poco para el triunfo de Alfonso Martínez quien ganó con 154 mil 662 votos.
Con la reciente publicación del documental “El Guardián de las Monarcas” el perredismo y su presidente estatal, Octavio Ocampo se les relacionó con la muerte del ambientalista Homero Gómez por presuntas omisiones, lo que provocaría la perdida de simpatías ya que en 2021, el PRD aportó 14 mil 680 votos y le alcanzó para reclamar lugares en la capital michoacana.
En esta elección se evidenció que el PRD dejó de ser el partido que daba la ventaja, lo que le permite a quienes jugaron en alianza, valorar si se debería seguir incluyendo al «silvanismo» en los proyectos políticos, la imagen de quien un día gobernó el estado suele restar en lugar de sumar.
Ahora veremos al ex líder del ejecutivo en Michoacán, tratando de acomodar a sus allegados en los municipios que ganó la alianza, a pesar de no contar con poder, electoralmente hablando.